lunes, 23 de mayo de 2011

Premio Nobel del Rencor

Por: Jaime Bayly
PERÚ 21
23-05-11


Mario Vargas Llosa es un gran escritor y, sin duda, merece el Premio Nobel de Literatura. Pero cuando escribe y habla de política se equivoca a menudo, y a veces se equivoca bochornosamente.

Para comenzar, no siempre Vargas Llosa fue un demócrata. Vargas Llosa aplaudió con júbilo y alborozo a la dictadura del general Juan Velasco. Vargas Llosa se declaró “revolucionario”, es decir partidario de aquella dictadura. No lo digo yo. Lo escribió el propio Vargas Llosa en marzo de 1975, en una carta dirigida al general Juan Velasco, a quien no llamaba dictador (como llama rabiosamente “dictador, ladrón y asesino” al presidiario Alberto Fujimori), sino a quien llamaba, respetuosa y adulonamente, “Señor Presidente”. Juan Velasco dio un golpe militar y fue un dictador más cruel y más torpe aún que Fujimori y sin embargo, en 1975, Vargas Llosa se hincaba de rodillas ante el dictador Velasco y le decía: “Con la misma firmeza con que he aplaudido todas las reformas de la revolución, como la entrega de la tierra a los campesinos, la participación de los trabajadores en la gestión y propiedad de las empresas, el rescate de las riquezas naturales y la política nacional independiente…”. Leyó usted bien: al séptimo año de la dictadura militar de Juan Velasco, Mario Vargas Llosa se jactaba de aplaudir “con firmeza” las reformas (o sea, los atropellos) de la revolución (o sea, de la dictadura), y no algunas, sino “todas las reformas de la revolución”. Claro, al señor Vargas Llosa, revolucionario adulón del dictador Velasco, que aplaudía “con firmeza” las barbaridades que perpetraba esa dictadura, no le habían quitado una hacienda, como a mi abuelo Roberto, que en paz descanse, ni le habían robado un banco, ni le habían expropiado unas minas o unos campos de petróleo en los que él había invertido millones de dólares. No, claro que no: a Vargas Llosa poco y nada le importaban el abuso y el despojo que sufrieron los agricultores, los banqueros, los empresarios y los inversionistas extranjeros, porque a él no le quitaron nada, y por eso aplaudía “con firmeza” no una sino “todas las reformas de la revolución”, y no en 1968, cuando recién se instalaba esa dictadura, sino en 1975, cuando el dictador Velasco estaba a punto de ser desalojado del poder.

Pero eso no es todo. En marzo de 1975, dirigiéndose en tono untuoso al “Señor Presidente Juan Velasco Alvarado”, Mario Vargas Llosa escribía lo siguiente: “Hay el peligro de que la Revolución Peruana, como muchas otras, deje de serlo. Nada me entristecería más que eso ocurriera”. Es decir, Vargas Llosa en 1975 estaba triste y acongojado no porque se había instalado una dictadura comunista en el Perú. No, no: estaba triste, acongojado y alarmado porque esa dictadura (que él llamaba servilmente “revolución”) corría el peligro de desaparecer.

Pues esto demuestra que Mario Vargas Llosa no es políticamente infalible y que su penosa defensa del golpista Ollanta Humala no resulta la primera vez en que el talentoso escritor defiende a un golpista, pues ya antes, como se ha demostrado, aplaudió y defendió al golpista Juan Velasco, y aplaudió y defendió los atropellos contra la legalidad y la propiedad privada que esa dictadura perpetró.

Sobre Ollanta Humala, a quien ahora apoya, Mario Vargas Llosa ha escrito algunas líneas que conviene recordar.

No hace mucho, en entrevista concedida a la televisión peruana, Vargas Llosa dijo: “Estoy seguro de que si Ollanta Humala hubiese ganado las elecciones, la democracia peruana habría sido destruida y el Perú estaría al nivel de Bolivia, Ecuador o Venezuela”.

Hace pocos años, Mario Vargas Llosa escribió que los hermanos Ollanta y Antauro Humala “han tomado del nazismo el ideal de la pureza racial”, es decir llamó neonazis o racistas a Ollanta y Antauro Humala.

Hace pocos años, Mario Vargas Llosa escribió: “El movimiento etnocacerista quiere armar al Perú para declararle la guerra a Chile y así recuperar Arica”. Que se sepa, cuando Antauro Humala, cumpliendo órdenes expresas de su hermano Ollanta Humala, dio el golpe militar de Andahuaylas hace seis años, Ollanta Humala dijo que los golpistas asesinos “no son subversivos, son unos patriotas”, y dijo además que el golpe de su hermano era “una acción viril” y declaró que él, Ollanta Humala, se consideraba “una pieza del engranaje del movimiento etnocacerista”.

Hace pocos años, Mario Vargas Llosa escribió que el movimiento de los hermanos Ollanta y Antauro Humala “puede parecer payaso, cavernario y estúpido, y sin duda también lo es, pero sería una grave equivocación suponer que, debido a lo primario y visceral de su propuesta, el movimiento está condenado a desaparecer”. En efecto, Ollanta y Antauro Humala siguen siendo “payasos, cavernarios y estúpidos”, como bien los describió Mario Vargas Llosa, y su movimiento no parece condenado a desaparecer, pues Ollanta Humala, con el voto de Vargas Llosa (pero en ningún caso con mi voto), podría ser elegido Presidente del Perú en dos semanas.

No deja de ser curioso que Mario Vargas Llosa esté impaciente por elegir Presidente del Perú a un sujeto al que calificaba de “nazi, racista, payaso, cavernario y estúpido”.

Pero además, hace pocos años Mario Vargas Llosa estaba seguro de que Ollanta Humala era “protegido y fiel discípulo” del dictador venezolano Hugo Chávez, como en efecto era y sigue siéndolo, por mucho que ahora intente disimularlo con embustes. Vargas Llosa escribió hace poco que si Ollanta Humala ganase las elecciones “continuará en el Perú” las políticas de los dictadores Hugo Chávez y Juan Velasco Alvarado. Más aún, Vargas Llosa escribió: “El país todavía no se recupera del todo de aquella catástrofe que el general Velasco y su mafia castrense causaron al Perú. Ese es el modelo que el comandante Chávez y su discípulo, el comandante Ollanta Humala, quisieran –con la complicidad de los electores obnubilados– ver reinstaurado en el Perú y en toda América Latina”.

Es decir que hace poco Mario Vargas Llosa estaba seguro de que había que estar “obnubilado”, es decir aturdido, es decir atontado, es decir idiotizado, para votar por Ollanta Humala, pues en caso de llegar Ollanta Humala al gobierno peruano, aplicaría las políticas fracasadas de Hugo Chávez y Juan Velasco Alvarado.

¿En qué momento se obnubiló Mario Vargas Llosa para terminar votando por Ollanta Humala, a quien describió como “nazi, racista, payaso, cavernario, estúpido, discípulo y protegido de Hugo Chávez y caudillo bárbaro”?

¿Cómo y por qué Mario Vargas Llosa, que antes decía que había que estar “obnubilado” para votar por Ollanta Humala, de pronto se obnubiló él mismo y ahora nos pide, masivamente obnubilado, que votemos por Ollanta Humala?

Es bien simple: Primero, Mario Vargas Llosa no es políticamente infalible, y así como en 1975 aplaudía con firmeza “todas las reformas” (entiéndase, los atropellos y abusos) del dictador Velasco, ahora, en 2011, pide que los peruanos votemos por el golpista probado y admirador de dictadores, Ollanta Humala. Segundo, Mario Vargas Llosa se obnubiló, es decir se aturdió, es decir se atontó políticamente, cuando tuvo que elegir entre el golpista probado, “el racista, el payaso, el estúpido, el cavernario de Ollanta Humala” (y no lo digo yo: lo escribió él) y la señora Keiko Fujimori. De pronto, Vargas Llosa, turbado por el rencor, cegado por el odio, vio obnubilada su lucidez y atribuyó perversamente los crímenes y atrocidades de Alberto Fujimori a su hija mayor, Keiko Fujimori, y se paseó por el mundo esparciendo mentiras grotescas, por ejemplo que si la señora Keiko Fujimori es elegida presidenta “liberará a Montesinos y la mafia de Montesinos volverá al poder”, por ejemplo que, como la señora Keiko Fujimori “es hija de un ladrón y un asesino”, entonces de todos modos ella también es una ladrona y una asesina, viles oficios en los que, si no se ha inaugurado aún, se estrenará apenas jure como presidenta, puesto que, según la lógica viciosa y perversa de Vargas Llosa (hijo de un hombre que le pegaba a su esposa, lo que no creo que se transmita genéticamente, pues me resisto a creer que Mario Vargas Llosa le pegaba a su tía y luego a su prima hermana) la hija de “un ladrón y un asesino” está condenada, por el mandato de sus genes, a ser inexorablemente una ladrona y una asesina.
Bien ganado se tiene Mario Vargas Llosa el Premio Nobel de Literatura. Pero, si hemos de ser justos, la Academia Sueca debería concederle también el Premio Nobel al Rencor, o cuando menos el Premio Nobel al Elector Obnubilado.

lunes, 16 de mayo de 2011

Stephen Hawking: "El paraíso después de la muerte es un cuento de hadas"

El científico considera que no hay nada después del momento en que el cerebro deja de funcionar

Lunes 16 de mayo de 2011 - 03:24 pm
(Reuters)

Londres (EFE). El reconocido científico británico Stephen Hawking, autor de “Una breve historia del tiempo”, cree que la idea del paraíso y de la vida después de la muerte es un “cuento de hadas” de gente que tiene miedo a fallecer.

Así lo afirmó el científico más destacado del Reino Unido en una entrevista publicada hoy en el periódico británico “The Guardian”, en la que vuelve a poner énfasis en su rechazo a las creencias religiosas y considera que no hay nada después del momento en que el cerebro deja de funcionar.

Hawking resalta que su enfermedad -la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA)- le ha llevado a disfrutar más de la vida a pesar de las dificultades que ello implica, ya que el mal que padece es neuro-degenerativo progresivo y le impide moverse y hablar.

“He vivido con la perspectiva de una muerte prematura durante los últimos 49 años. No tengo miedo de morir, pero no tengo prisa por morirme. Es mucho lo que quiero hacer antes”, dijo el científico.

“Yo considero al cerebro como una computadora que dejará de funcionar cuando fallen sus componentes. No hay paraíso o vida después de la muerte para las computadoras que dejan de funcionar, ese es un cuento de hadas de gente que le tiene miedo a la oscuridad”, señaló el ex catedrático de Matemáticas Aplicadas y Física Teórica de la Universidad de Cambridge.

En su entrevista, Hawking, de 69 años, resalta la importancia de disfrutar de la vida y hacer cosas buenas y se refiere también a las pequeñas fluctuaciones cuánticas, que en el comienzo del universo fueron las “semillas” que dieron paso a la formación de las galaxias, las estrellas y la vida humana.

El científico, que habla con la ayuda de un sintetizador de voz, sugiere que sería posible descifrar nuestros orígenes con instrumentos modernos, que podrían ayudar a detectar antiguas huellas en la luz espacial dejada en los primeros momentos de la formación del universo.

Fuente: EL COMERCIO

domingo, 15 de mayo de 2011

Nuestro propio muro

Por: Yoani Sánchez*
EL COMERCIO
Domingo 15 de Mayo del 2011


El sol quema fuerte y en la oficina de Inmigración y Extranjería la gente suda, pero nadie se queja. Una palabra crítica, una actitud de exigencia frente a los funcionarios puede terminar en castigo. Todos hacen cola en silencio y miran hacia la pared sin conversar. En esta tarde de mayo un centenar de personas aguardan por un permiso para viajar fuera de la isla. Conocido también como tarjeta blanca, esta autorización forma parte del absurdo migratorio que impide a los cubanos salir y entrar de su propio país. Es nuestro muro de Berlín, nuestra frontera minada pero sin explosivos. Una tapia formada por cuños, papeles y vigilada por la mirada torva de militares interponiéndose entre nuestros cuerpos y el resto del mundo.

Para reforzar tal desatino está también el alto precio del permiso de salida: unos US$170. Ese monto equivale al salario anual de un profesional medio. Sin embargo, para obtener el salvoconducto no basta con poseer el dinero o mostrar un pasaporte válido, hay que cumplir otros requisitos no escritos: contar con condiciones ideológicas y políticas que nos hagan elegibles.

Ante tantas dificultades, recibir el “sí” es como escuchar descorrerse los cerrojos en una celda tapiada por años. Pero para muchos –como yo– la respuesta siempre viene en forma de ¡no! Miles de cubanos hemos sido condenados a la inmovilidad insular, aunque ningún tribunal haya fallado tal veredicto. El “delito” que hemos cometido consiste en opinar críticamente del gobierno, en formar parte de un grupo opositor o pertenecer a una plataforma defensora de los derechos humanos. En mi caso ostento el triste récord de haber recibido 15 negaciones de salida desde el 2008. He dejado una silla vacía en cada conferencia, en cada ceremonia de premiación o presentación de libros a la que me han invitado. En ningún caso he recibido explicación, solo la lacónica frase: “Por el momento usted no está autorizada a salir del país”.

Pero no solo los inconformes o los críticos tienen restricciones. Quienes se graduaron en medicina saben muy bien que su título no solo les sirve para salvar vidas sino que funciona como impedimento para conocer otras latitudes. Centenares de doctores, enfermeras y personal de la salud han visto separarse a sus familias, a sus hijos partir al exilio, mientras ellos aguardan el beneplácito de las autoridades. Algunos esperan tres, cinco años o una década. La mayoría nunca lo logrará.

La lista negra de los que no pueden cruzar al otro lado del mar es larga. Eso se sabe aunque jamás haya sido publicada en ningún lugar. Quienes la integran son –somos– conscientes de que salirse de ella es sumamente difícil. Buena parte de las máscaras de conformismo que los cubanos se cuelgan frente al ojo escrutador del Estado tiene como objetivo alcanzar el sueño de traspasar las fronteras. El permiso de salida se convierte así en un método de control ideológico que obliga al aplauso y a la simulación.

Hace unos días la prensa extranjera anunció con gran fanfarria que los cubanos ya podían salir libremente. Justo en el momento en que comenzó a propagarse la noticia, estaba yo en una de esas vetustas oficinas donde se concede o se niega el permiso para viajar. Cuando le pregunté a la funcionaria vestida de militar si era verdad, me respondió con sorna: “Vaya al aeropuerto a ver si se puede ir sin la tarjeta blanca”. Al leer después con calma el punto 265 de los lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista, que hace referencia a ese tema, me quedé desanimada. En él se expone que el gobierno va a “estudiar una política que facilite a los cubanos residentes en el país viajar como turistas”, pero no da un plazo ni detalles sobre cómo va a implementarse. En realidad, las autoridades no parecen dispuestas a renunciar a esa suculenta industria sin chimeneas que genera millones de dólares anuales por concepto de trámites para ingresar o salir de Cuba.

Minutos después de caer en cuenta de que las agencias informativas habían exagerado, sonó mi teléfono móvil. Una voz entrecortada me contó detalles de lo últimos momentos de Juan Wilfredo Soto, disidente muerto a raíz de un maltrato policial. Recuerdo que respondí en monosílabos a la narración triste de aquel acto de intolerancia. Me senté para no caerme. Me zumbaban los oídos y sentía enrojecida la piel de la cara. Miré sobre la mesa, allí estaba mi pasaporte lleno de visas para entrar a una docena de países y sin una sola autorización para salir de mi propia nación. Al lado de su portada azulada, alguien había puesto los reportes impresos del fallecimiento de Wilfredo. Observé su rostro en la fotografía, el escudo nacional en la primera página de mi documento de identificación y solo pude concluir que en la isla “nada ha cambiado”. Seguimos atenazados por los mismos límites, por los altos muros del sectarismo ideológico y por el grillete ajustado de las restricciones migratorias.

(*) Bloguera y periodista cubana