sábado, 14 de agosto de 2010

La Pena de Muerte

Por: Andrés Bedoya Ugarteche
CORREO
14-08-10


La pena de muerte:- Nuestro bienamado director, don Aldo Mariátegui (que Dios guarde), es partidario de la pena de muerte y, sin querer, le está haciendo el tundete a Keiko. Según Aldo, la pena de muerte sí arredra, sí intimida al futuro y posible homicida. I beg to differ, que dicen los gringos. No estoy de acuerdo, aunque seas mi jefecito lindo.

Si el temor a la muerte intimidara al hombre, no existirían carreras de fórmula uno, ni paracaidismo, ni montañismo, ni esquí, ni bochas, ni habrían niñas que se echan entre los durmientes de un tren para que éste les pase por encima sin dañarlas -sólo para sentir la cercanía y posibilidad de morir- ni jóvenes brasileños que se suben a los techos de los vagones del ferrocarril y saltan sobre el vagón del tren que viene en sentido contrario. Allí ya ha muerto el 50% de estos "deportistas", y lo siguen haciendo.

El segundo punto es que un ciudadano, a las nueve de la mañana, no sabe que a las cinco de la tarde se convertirá en asesino y la mayor parte de las veces ocurre por reacción instintiva, por ira incontrolable o por terror puro. Y son estos los que tienen la desgracia de ser atrapados. Los sicarios, los asesinos a sueldo, los esbirros, esos lo hacen por vocación, por la adrenalina que produce, con frialdad completa y casi nunca los cogen. En la época de Velasco y sus hampones, se instituyó la pena de muerte. Ninguno de los tres o cuatro fusilados de entonces perdió los papeles a la hora de la verdad. Murieron con dignidad. Y uno de ellos, en Arequipa, hasta milagros hace.

El tercer punto es que el asesinato jamás -repito, jamás- debe ser legalizado. Un asesinato no deja de serlo por ser la consecuencia de un circo con juececitos, fiscalitos, secretaritos, escribanitos y toneladas de expedientes. Legalizar el homicidio es enviar un mensaje peligroso: que matar "puede ser bueno a veces". Con esa idea cualquiera puede tomar la ley en sus manos con la excusa de que le está ahorrando dinero al Estado, y esto termina convertido en el far west.

Otra cosita, Aldo: ¿de dónde me sacas ese número imposible de demostrar de que por cada ejecución se salvan siete vidas? ¿Es cabalístico o qué? ¿Y qué puede saber un Nobel en Economía de la sicología criminal? Que no me joda. ¿Por qué no le preguntamos a la Filomena Menchú sobre problemas de física cuántica?

¿No basta con que los encerremos de por vida? Claro, eso es muy caro, pero si de dinero se trata, entonces fusilemos a toda la población penal del Perú. Claro, los jueces son rosquetes y sueltan a los criminales. Para eso Fujimori inventó los jueces sin rostro. Retornemos a eso y dejémonos de cojudeces.

Y algo más. Si Keiko está pidiendo la instauración de la pena capital, no lo hace por tus motivos, Aldo. Lo hace porque sabe que el populacho, la chusma, la canalla, esto es, los electores, siempre están a favor de esa pena. Ocurre en cualquier lugar del mundo. Es genético. Por eso nos gustan las películas policiales y las de piratas. Pero no seamos hipócritas fusilando a las cinco de la mañana y sin la presencia de periodistas. Si somos machos, fusilemos en la Plaza Mayor a las doce del día. Demostremos que no nos avergonzamos de nuestras propias acciones.

Hasta más vernos.